... pero podría serlo. La imagen corresponde a un performance que llevó a cabo el día de hoy la Asamblea Estudiantil (AE).
En el marco de los festejos anuales de culto a nuestros muertos, la AE llevó a cabo una ofrenda itinerante con el objetivo de llamar la atención de los transeuntes que abarrotan el Zócalo y zonas aledañas en estos días de asueto y eventos culturales.
El llamado es claro, los signos ahí los tenemos, justo en nuestras narices y si no queremos escuchar y atender nos va a suceder exactamente lo mismo que cuando muchos hicieron oídos sordos al conteo de todos los votos de la elección presidencial del 2006, o en su caso, a la anulación de la elección: nos vamos a arrepentir como no tenemos idea.
La violencia desatada, la militarización y los abusos en contra de la sociedad civil, mismos que han derivado en muertes innecesarias, rodean a ciudades como el DF. La ebullición que vive el país NOS OBLIGA a involucrarnos: a involucrarnos y preocuparnos por los estados en donde la violencia ya se estableció y también a involucrarnos y preocuparnos por aquellos pocos lugares en donde todavía se puede salir a la calle de manera cotidiana. Por todo esto tenemos la obligación de involucrarnos y de preocuparnos. Incluso analistas diversos lo están adviertendo: la violencia se va a recrudecer y de no hacer nada vamos a vivir todos por igual lo que ni siquiera nos imaginamos.
Pasen la voz, difundan, informen, alerten, no importa si somos radicales o crueles: las imágenes ahí están y los números de muertes que día a día aumentan son datos duros que nadie puede negar. No podemos cerrar los ojos y a estas alturas ya no estamos para discursos políticamente correctos.
O escuchamos y atendemos los signos y las advertencias y ya hacemos algo, o no sé que va a ser de nosotros y de México. Puede que todavía estemos a tiempo de no arrepentirnos y lloremos lágrimas de sangre.
En el marco de los festejos anuales de culto a nuestros muertos, la AE llevó a cabo una ofrenda itinerante con el objetivo de llamar la atención de los transeuntes que abarrotan el Zócalo y zonas aledañas en estos días de asueto y eventos culturales.
El llamado es claro, los signos ahí los tenemos, justo en nuestras narices y si no queremos escuchar y atender nos va a suceder exactamente lo mismo que cuando muchos hicieron oídos sordos al conteo de todos los votos de la elección presidencial del 2006, o en su caso, a la anulación de la elección: nos vamos a arrepentir como no tenemos idea.
La violencia desatada, la militarización y los abusos en contra de la sociedad civil, mismos que han derivado en muertes innecesarias, rodean a ciudades como el DF. La ebullición que vive el país NOS OBLIGA a involucrarnos: a involucrarnos y preocuparnos por los estados en donde la violencia ya se estableció y también a involucrarnos y preocuparnos por aquellos pocos lugares en donde todavía se puede salir a la calle de manera cotidiana. Por todo esto tenemos la obligación de involucrarnos y de preocuparnos. Incluso analistas diversos lo están adviertendo: la violencia se va a recrudecer y de no hacer nada vamos a vivir todos por igual lo que ni siquiera nos imaginamos.
Pasen la voz, difundan, informen, alerten, no importa si somos radicales o crueles: las imágenes ahí están y los números de muertes que día a día aumentan son datos duros que nadie puede negar. No podemos cerrar los ojos y a estas alturas ya no estamos para discursos políticamente correctos.
O escuchamos y atendemos los signos y las advertencias y ya hacemos algo, o no sé que va a ser de nosotros y de México. Puede que todavía estemos a tiempo de no arrepentirnos y lloremos lágrimas de sangre.
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