Leyendo los diarios el día de hoy me entero que Agustín Carstens ha sido ratificado para ser titular del Banco de México. Son pocos los pasquines que hacen la severa crítica al respecto (La Jornada, por ejemplo), pero fuera de este, a mi alrededor, como siempre, solo veo el silencio y la indiferencia.
Para entrar en materia, agreguemos que fue ese mismo Carstens quien recientemente descalificó serias críticas hechas por el Nobel Joseph Stiglitz respecto a nuestra situación económica y la manera como ha sido manejada. Carstens, si mal no recuerdo, respondió que Stiglitz no sabe nada de la economía mexicana y hasta le sugirió que debería informarse mejor, pero sabemos que el señor de los catarros anda perdido: internacionalmente se sabe cómo se encuentra nuestra situación y también se sabe en manos de que "catedráticos" se encuentra manejado nuestro país. No se necesita ser premio nobel para ver lo evidente.
Para equiparar este tipo de reacciones con otro ejemplo, lo mismo sucedió cuando se dieron comentarios de rechazo internacional por el decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro y, como era de esperarse, el equipo diplomático mexicano de inmediato respingó y muy ofendido solicitó que aclararan bien a qué se referían con ello, pues ese tipo de comentarios no eran favorables para el trabajo del "presidente".
Es un hecho que a nadie nos gusta la crítica, máxime si nos hacen ver errores, pero la alta burocracia mexicana es especialista en levantar la ceja. En México esa burocracia tiene la partida ganada en ese sentido, pues los medios masivos de comunicación son sus paleros. Aquí, críticas como las que hizo Stiglitz o son nulificadas, o son tersgiversadas y no tengo que irme muy lejos, pues el caso AMLO, creo yo, puede ser el más simbólico respecto a qué se hace cuando alguien se opone al sistema o lo critica en sus errores y omisiones, máxime si éstas son dolosas y con beneficio a ciertos sectores solamente. Ya he repetido en diversas ocasiones como en nuestro país vivimos un mundo de percepciones, no de realidades y para ello basta escuchar un solo spot gubernamental o basta hojear una revista Quién (una versión mafufa de la española Hola) cuando el tema central sea hablar de lo 'in' que es tal o cuál funcionario público, lo 'nice' que fue tal o cual evento que realizó o en el cual estuvo presente y lo 'chic' del 'look' que vistió (eventos en donde, curiosamente, convergen, se dan la mano y se sonríen a las mil maravillas, tanto políticos de esa alta burocracia, como empresarios y comunicadores "líderes de opinión" de esas televisoras).
Ante tanto bombardeo de percepciones, ¿quién va a prestar atención a notas en donde se menciona que internacionalmente se ha criticado severamente a Calderón y sus medidas en lo general?: casi nadie, quizá porque es mucho más trascendental ver a muchas mexicanas entusiasmadas porque Enrique Peña Nieto "debe" llegar a la presidencia de nuestro país porque está guapísimo.
Más allá de hacer la observación al tema de la ratificación de Carstens para la titularidad del banco de México, mi observación va hacia quienes lo ratifican: ¿en qué cabeza cabe?: no en una con el mínimo sentido común, eso me queda claro. ¿Cómo puede pasar de la titularidad de la Secretaría de Hacienda a la del Banco de México alguien que se equivocó en despoblado con sus vaticinios de catarritos financieros y alguien que negó hasta el cansancio una evidente oleada de crisis?, ¿y todavía lo ratifican en un puesto de similar o mayor importancia financiera? Solo en México sucede.
Nuestros ilustres representantes no están velando por nuestros intereses ciudadanos, mucho menos por nuestro beneficio.
* El colofón: El último spot del gobierno se voló la barda. Arguye que para poder medir el buen desempeño del gobierno basta la sencilla operación matemática de sumar y restar. Resulta que a pesar de que se han perdido muchos empleos, tenemos un superávit de 24,000 empleos en este año. No sé cómo anden las estadísticas del INEGI al respecto, pero vivo en México y veo lo que acontece a mi alrededor: la urgencia de mexicanos por incorporarse al mercado laboral rebasa, por mucho, esos 24,000 empleotes creados.
No diré que este spot sea lo más estúpido que he escuchado. Todavía me falta ver más.
Y ya estamos en cuenta regresiva para que arranque el 2010, año de más crisis, año de aumento de impuestos y consecuentemente de aumento de precios, año de centenario, de bicentenario y año de hartazgo…
… ¿y cómo puedo olvidarlo?: año en el que nos vamos al mundial.
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