Estimado lector: póngale a la frase que titula a ésta columna una voz off tremendamente profunda y angustiada; agréguele música tétrica y después insértele colores que, en mercadotecnia, son reconocidos como indicativos de alarma y de alerta. ¿Qué resultado nos da? Exacto: algo muy similar a los spots que antaño durmieron a la población mexicana con el petate del muerto en las pasadas elecciones presidenciales del 2006.
El común denominador es el mismo: el miedo es el ingrediente principal. La sal de la mesa, el condimento de la vida del mexicano enano.
El miedo es algo natural, tan natural que forma parte de los instintos básicos que permiten a toda criatura sobrevivir en un mundo lleno de peligros, pero siendo el ser humano la única criatura conciente, nunca he dejado de preguntarme cómo es que, más allá del miedo, es el miedo irracional el que nos tenga dominados.
Cero y van dos. Con esto de la influenza, fue otro tipo de miedo irracional el que dominó por entero a la población. ¿De verdad somos los mexicanos tan manipulables y chasqueables? Me cuesta creerlo, pero no tengo más que encender la televisión o salir a la calle para confirmarlo.
Ya otros países de plano nos cerraron las puertas y no dejan entrar a mexicano alguno. La indignación no se ha hecho esperar, pero… ¿qué pueden pensar en otros países cuando ven escenas de toda una población capitalina cubierta con tapa-bocas y con escuelas y el negocio restaurantero completamente detenidos?
Un hecho curioso (otro de varios que han pasado): a pesar de la contingencia, a pesar del “peligro” y a pesar de la alerta, fueron muchos los capitalinos que salieron a carretera y, por lo pronto, Acapulco se encuentra abarrotado. ¿Alguien entiende semejante contradicción?
Por cierto: las carreteras son un jugoso negocio. El matrimonio Cosme Mares, tan allegado a Vicente Fox, es uno de esos típicos advenedizos que se han hecho sus buenos milloncitos con esto de las carreteras. ¿Pararon negocios restauranteros sin importar a cuántos empleados de este sector iban a afectar en su bolsillo, pero no el negocio carretero?
Señores: ¿es o no una contingencia?; ¿es o no una alarma?; ¿es o no una epidemia?
¿A qué se está jugando?
Si ya comenté que la ignorancia es epidemia, el miedo también lo es… el miedo irracional.
Ésta es la última vez que escribo tocando como punto central esto de la influenza. Hasta a mí me tiene hasta la coronilla este tema, así que lo sano es empezar por mí misma y sacarlo de mi sistema por entero. ¿Y el tapa-bocas?... desde el principio lo mandé a volar. Nunca me puse uno, ni en la calle ni en lugares cerrados y no es por sentirme muy 'sabrosa' (soy caldo fácil para caer enferma con gripas, lo admito). Digamos que más bien me estoy dando el lujo de retar a la ignorancia que impera a mi alrededor y es que si a algo le tengo mucho respeto, mucho más que a una autoridad (y si es una que se contradice constantemente y si es mexicana, pues ya mejor ni les cuento), es a la Naturaleza y su estilacho para ponernos un 'estate quieto', desde con un diminuto micro-organismo, hasta con un tremendo tsunami. No omitiré comentar lo mucho que me admira ver al ser humano, en la cúspide de toda cadena natural, a los pies de un ser microscópico. Es algo que, cuando lo veo en un aspecto ciento por ciento científico y como parte de la vida misma, me maravilla. Pero esto ya puede ser tema para otra ocasión.
Por lo pronto y de manera personal:
* Mi respeto y mi admiración a mis compañeros de lucha renegados y a esos espacios alternativos de información, ni tan "oficiales", pero tampoco manipulables.
Si encendía la televisión, el tema era el miedo con esto de la influenza; los titulares de periódicos sustituyeron TODO para lograr ganancias con esto de la influenza; me asomaba a algún espacio virtual que no era renegado y era ese el mismo temor y desinformación que imperaba.
Y así como asistir a un mítin de AMLO es el bálsamo que todo renegado recibe para escuchar algo totalmente diferente a lo que pregona el sistema, así fueron las opiniones de todos mis compañeros, quienes nunca se dejaron invadir de pánico, que siempre cuestionaron, que siempre aplicaron un sentido crítico, analítico, que también aplicaron su derecho (y con mucha razón) a pensar mal y a desconfiar de las “verdades oficiales”… y que me dieron un enorme respiro de sensatez.
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El colofón: ¡Cómo me encanta ser renegada!
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* Se publicó también en: AMLO TV y Any Question?
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* Se publicó el 2 de mayo de 2009 en CONCIENCIA TV
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