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miércoles, 28 de octubre de 2009

LO QUE NO ME GUSTA

México es un país precioso, rico en cultura, tradiciones, gastronomía, naturaleza y folklore diverso, pero también hay cosas de este México que no me gustan.

Todavía hasta hace poco tiempo, cuando era una total apolítica y gustaba de curarme en salud con la socorrida excusa ‘yo no me meto en nada de política’, ya desde entonces había muchas cosas que no me gustaban de mi México, mucho de nuestra idiosincrasia, de nuestro valemadrismo, de nuestra mentalidad y de nuestro nacionalismo muchas veces rayando en un fanatismo bastante mal enfocado. Incluso yo era de esas personas que pensaba, en algún momento dado, mejor salirme del país porque eso de ponerse a cambiar las cosas era una labor titánica y casi imposible, además de desgastante. A nadie nos gusta seguir el camino complicado, ¿y a quién le gustan los problemas?

Pero llegó AMLO y no es que todo me haya cambiado, sino que mi inconformidad por muchas cosas tomó sentido y también tomó un cauce enfocado a que ese cambio sí puede ser, sí puede ser posible. Si él se atreve a intentarlo, ¿por qué nosotros no?

Es cierto, AMLO es ese político que está rompiendo muchos esquemas establecidos y estoy cierta de que su lucha (que es nuestra lucha) está encaminando las cosas para cambiar la vida pública de México. Él está haciendo que poco a poco se modifique esa visión de hacer política, de tal forma que ya no veamos al político como el tranza que se hace de una curul y/o de hueso político para su beneficio personal. AMLO quiere que el quehacer político retome el cauce para lo que verdaderamente es: para servir a otros, de ahí el término 'servidor público'.

Vida pública… política… ¿y qué hay de lo demás?, ¿alguna vez nos lo hemos preguntado?

Somos renegados y nos llamamos orgullosamente así porque estamos dentro de este movimiento, asistimos a los mítines, hemos brigadeado, cuando nos convocan de urgencia ahí estamos o hacemos todo lo posible por estar presentes, en asambleas convocadas en el Zócalo incluso nos encontramos con renegados de otros estados de la República, a raíz del fraude del 2006 hemos buscado la manera de informarnos y de divulgar información, ya sea en espacios electrónicos (foros, blogs comunitarios, espacios personales, correos electrónicos), ya sea en círculos de estudio, ya sea en foros públicos, ya sea con ponencias, pero… ¿qué hacemos más allá del movimiento ciudadano gestado a raíz del fraude del 2006 para seguir actuando como renegados? Si lo que deseamos es un cambio, ¿lo dejamos solo a actos que competen meramente a nuestro activismo renegado, o vamos más allá y lo hacemos en nuestro cotidiano andar?, ¿qué hacemos en nuestra vida diaria para gestar ese cambio que necesita nuestro país en todos los sentidos, no solamente en lo político?

Hace tiempo, después de un mitin convocado con AMLO (en el Monumento a la Revolución, para ser más exacta), tuve que pedirle de favor a una compañera renegada venida de algún punto de la República y que ya estaba montada en el camión que la llevaría de regreso a su tierra, que por favor no tirara la basura. La pillé asomando su brazo por la ventana del mismo tirando con toda la concha del mundo unas cáscaras de mandarina.
Lo anterior suena a simple detalle, pero aguas con los detalles, porque muchas veces tienen una importancia tremenda e irónicamente los dejamos pasar por alto.

Así que, compañeros renegados, ¿qué hacemos más allá del movimiento para cambiar las cosas en nuestro país?, ¿qué hacemos más allá de nuestro movimiento para empezar a cambiar costumbritas tan arraigadas que ya nos parecen lo "normal" y "cotidiano"? Si vamos al volante, ¿respetamos la línea peatonal cuando nos paramos en un semáforo?, o cuando vamos a entrar a una vía de alta afluencia (como el viaducto, por ejemplo), ¿aplicamos la metodología del uno-uno (un auto entra, el auto que ya viene dentro sigue; otro auto entra; el siguiente auto que ya viene dentro sigue) o queremos entrar a fuerza y, si ya estamos dentro, aceleramos para no dejar que nadie se nos meta enfrente?; como peatones, ¿cruzamos la calle en las esquinas?; y cuando andamos degustando una rica golosina, ¿guardamos nuestra basurita hasta llegar a casa o encontrar un bote, o la tiramos en la calle porque es mucha flojera cargarla y/o mejor la tiro porque se ve muy feo mi coche con basura?; en nuestro trabajo, ¿damos un plus adicional o hacemos solamente lo que se nos indica que es nuestro trabajo? (las manos no se caen si hacemos algo extra o si nos quedamos un poco más allá de nuestra hora de salida porque el trabajo así lo requiere y no porque mi sindicato diga que esa es mi hora de salida y no hay más, me consta); con otras personas, ¿somos acomedidos si alguien lo necesita o somos personalistas?; en el metro, ¿nos formamos para comprar nuestro boleto o pedimos que alguien nos lo compre porque la fila está muy larga?; en otros lugares donde hay que hacer fila, ¿metemos gente a ella y también permitimos que nos metan?; en nuestras relaciones con otras personas, ¿somos honestos?, ¿somos honestos y francos en nuestra relación de pareja?; y con los hijos, ¿cómo se le inculcan esos valores?, ¿realmente se actúa para ser ejemplo para ellos?

¿Qué hacemos, qué detalles cuidamos que se han descuidado durante tanto tiempo para cambiar las cosas y se note que de verdad somos renegados y que sí deseamos un cambio?

He estado en muchos mítines y asambleas de nuestro Presidente Legítimo, pero me parece un poco absurdo que, mientras estamos escuchando cómo vamos a hacer para cambiar la vida pública de México, volteo al piso y pareciera que las cosas siguen como si nada quisiéramos cambiar:



* Imagen tomada el 18 de marzo de 2009, la tarde en que se realizó la asamblea en el Monumento a Lázaro Cárdenas con motivo de un aniversario más de la Expropiación Petrolera.

Si nos fijamos en la manera como dejamos el lugar de tal o cual asamblea, no le veo mucha diferencia a la manera en como puede llegar a quedar el mismo, o el estadio azteca después de un "clasicazo" chivas-américa.

Mucho ojo con los pequeños detalles. No podemos pretender lograr grandes cambios si no comenzamos a cuidar los pequeños. No es difícil, de verdad que no. Solo hay que poner un poco más de atención.

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El colofón: Si algo me encanta fotografiar en las asambleas son las muestras de creatividad de la gente. Mantas, cartulinas, banderas, banderines, carteles, pinturas, leyendas y consignas. Todas son muestras ingeniosas, ocurrentes, hilarantes, irónicas, sarcásticas y hasta peladotas… pero muy realistas. Pero con todo y que me encanta, cuando llegue el momento de que nos comiencen a hablar desde el templete, por piedad: ¡¡bajen toda su parafernalia!! Pensemos que detrás de nosotros también hay otros que quieren ver y escuchar a quien está en el templete, se llame como se llame. Un poco más de empatía, por favor. Pongámonos en el lugar del otro. Eso también es cambio.

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Esta pequeña auto-crítica también se publica en: Any Question? y en Foro de Ciudadanos Libres: Forjando la IV República

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* Se publicó un 14 de abril de 2009 en CONCIENCIA TV

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